La pequeñez y la temporalidad van
ligadas a la existencia del ser humano. Pequeños y con anhelo de ser más
grandes para hacer más notable nuestro paso por el mundo como lenitivo o
consuelo para aceptar nuestro fin. Temporales pues será implacable el paso del
tiempo; “todo hombre tiene un tiempo del que heredó cada día, malo y bueno, que
vivó”.
Creo
que sobre éstos dos ejes gira nuestro más básico interior metafísico. Después
viene plantearse el sentido de la vida, en qué poner nuestro esfuerzo, nuestra escala de valores, el amor…
etc
“Ser pequeño
y pasar” nace el 7 de noviembre de 1986, cuando tengo poco más de 22 años y, aunque sea mucho el tiempo separa a aquel joven de mi,
podría volver a escribir cada palabra ahora mismo. Creo que es una de esas
canciones atemporales en su idiosincrasia y en su misiva.
Un árbol plantar, hacer un libro,
una hembra, una cruz y un hijo.
Y acostumbrarme
a vivir bajo un techo,
a andar siempre derecho
en mi trabajo,
en mi vida, en mi lecho,
en mis hobbies, mi tiempo.
Y ser pequeño, y pasar...
Y caminar sin hacer ruido.
Y conservar caminos.
Y hacerme viejo,
más sabio, más quieto.
Dedicarme a los nietos.
Buscar recuerdos
en las fotos y entierros,
y preguntarme un momento:
"¿qué fue mi vida?,
¿qué es lo que he hecho?.
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